viernes, 2 de marzo de 2012

Anécdotas Argentinas: Una genialidad de Lamadrid

La astucia de Lamadrid 

Era el General Gregorio Aráoz de Lamadrid un valiente del cual se decía que tenía en el cuerpo más heridas que agujeros tiene un encaje de Inglaterra. 
El 20 de mayo de 1817 marchaba sobre Charcas con intención de ápoderarse de la ciudad, cuando una patrulla interceptó un mensaje del gobernador de Potosí al Presidente Vivero, dándole cuenta que le enviaba un refuerzo de 300 hombres. 
Poco después, al remontar la cuesta de Cachimayo el Capitán Lugones, jefe de la vanguardia patriota, avisó que por el mismo camino, pero en dirección contraria a la que ellos llevaban, avanzaba una gruesa partida de jinetes. 
Gral. Aráoz de Lamadrid


Enterado del caso, el entonces sargento mayor Lamadrid hizo hacer alto y se adelantó a reunirse con el capitán, quien al llegar le dijo: 
—No hay duda, mi mayor, son godos. 
—Mejor. ¿Ve Ud., capitán, esa fuerza? Pues sepa que dentro de unos minutos será nuestra sin costarnos ni un tiro, ni una gota de sangre —le dijo, mientras continuaba la marcha. 
Y siguió avanzando hasta muy cerca de los realistas a quienes gritó: 
—¡Eh, compañeros!, somos el auxilio que envía el gobernador de Potosí. 
Convencidos, los oficiales españoles se adelantaron corno 100 metros de su tropa hasta donde estaban los argentinos y uno de ellos, se acercó sonriendo al célebre tucumano diciéndole: 
— ¿Cómo te va Ostría? ¡Cuánto tiempo sin vernos! 
—Yo no soy Ostría —repuso Lamadrid. 
—Disculpe Ud. pero, ¡es tanto el parecido! 
—¿Quién es el comandante de Uds.? —terció entonces el coronel López, jefe de los realistas. Lamadrid , viendo que ya el Capitán 
Lugones y sus hombres rodeaban a los oficiales del rey, le contestó: 
—E1 comandante es aquí Gregorio Aráoz de Lamadrid , y están ustedes hablando con él, pero sigan conversando tranquilamente, pues les va en ello la vida. 
Como vieran los españoles que estaban en poder del audaz argentino, continuaron la marcha en medio de sus captores seguidos por la tropa que, momentos después, se vió rodeada por el grueso de las fuerzas de Lamadrid.

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