martes, 1 de mayo de 2012

Malvinas: Bautismo de fuego del G6C

 
Por Federico Funes

Primero de Mayo 
El Sábado 1° de Mayo el parte meteorológico indicaba lluvioso y techos bajo mínimos en los aeródromos de despliegue de la Fuerza Aérea Sur (FAS) en la Patagonia, lo que dificultaría la operación de nuestra aviación. No obstante no habría alternativa ya que Gran Bretaña había dado el puntapié inicial en la madrugada, con el inicio de la Operación Black Buck (Carnero Negro). 
El Jefe del Comando Aéreo Estratégico de la RAF, Marshall Bentham, había puesto en ejecución dicha operación, en la que dos bombarderos Vulcan del Escuadrón 44 (matrículas XM 598 y XM 607) despegaron del aeropuerto Wideawake, Isla Ascensión. Tras efectuar una larga navegación incluyendo varias postas de reabastecimiento, arribaron a Puerto Argentino a las 04:40, lanzando veintiún bombas de mil libras sobre la BAM Malvinas. El resultado del ataque fue ambiguo, pero dejaba claro cual sería la postura británica ante el conflicto, reafirmando la determinación que habían manifestado apenas unos días antes con la captura de las Georgias. Reconquistar el dominio de las islas de manera rápida y definitiva. 
El Comando de la FAS, al recibir el informe del ataque, apreció que se producirían nuevas incursiones aéreas sobre objetivos terrestres en Malvinas, tendientes a mermar la capacidad de detección y respuesta (radares, artillería antiaérea, aeródromos, etc.) en preparación a un asalto anfibio en proximidades del objetivo estratégico principal de las islas, Puerto Argentino. 
También se estaba en conocimiento de la presencia de la Task Force (Fuerza de Tareas Navales) la cual incluía dos portaaviones junto con un grupo de destructores escolta, así como una cantidad de naves de transporte y de asalto anfibio. La posición de esta fuerza había sido constantemente monitoreada mediante salidas de exploración y reconocimiento aeromarítimo lejano, efectuadas por los Boeing 707 de la Fuerza Aérea. Se sabía que estaban próximos al archipiélago y que tendrían un papel preponderante en las acciones del día por venir. Sin embargo era de prever que dichos buques, y en particular los portaaviones, se emplazarían lo suficientemente al este, como para quedar fuera del radio de acción de la aviación de ataque argentina basada en el continente. En virtud de éste análisis es que se decide lanzar salidas de caza interceptora, con la intención de ganar superioridad aérea local y frustrar el accionar de la aviación embarcada británica. 

Este era el marco estratégico en el cual se desenvolvieron las tripulaciones y el personal técnico el primero de mayo. En los aeródromos de Río Gallegos, Río Grande y San Julián, las escuadrillas interceptoras se encontraban en distintos grados de apresto a la espera de la orden de salida. 
Así los pilotos soportaban la "amansadora" dentro de las cabinas de los Dagger y M-III, mitigando los prolongados turnos de alerta temprana a base de lectura de revistas de historietas, que eran lanzadas fuera cuando se solicitaba la puesta en marcha. Apenas la noche anterior, la del treinta de abril, los hombres del Grupo 6 de Caza habían estado festejando los cumpleaños de los miembros del Escuadrón desplegado en San Julián. En esa ocasión comenzaron a recibir los indicios de lo que se avecinaba para los próximos días y de la algarabía y el festejo se pasó a la incertidumbre y el nerviosismo. 

Ahora todo habría de cambiar, la noche aún reinaba en el sur y una capa de nubes compacta y oscura cubría el cielo con su manto a escasos noventa metros del suelo; Las lloviznas ocasionales y la neblina reducían la visibilidad de por sí escasa, envolviendo todo en un halo lúgubre y fantasmagórico. 
A las cinco treinta de la madrugada, dos pilotos despertaban a la realidad de una tarea por cumplir. En la noche del 30, el Capitán Moreno y el Teniente Volponi habían sido instruidos para cumplir una misión de cobertura de caza a un Neptune de la Aviación Naval, que saldría a tratar de ubicar a la Task Force. Habrían de despegar de Río Grande a las 06:30, aún de noche y pasados cuarenta minutos del despegue del Neptune, para luego reunirse con él próximo a las islas. 
Al llegar a la sala de pilotos se encontraron con la inquietante novedad, Malvinas estaba siendo atacada, el avión de la Armada no salía y debían quedar en alerta pues podía llegar una orden de salida en cualquier momento. Un ambiente saturado y nervioso, pero a la vez controlado y profesional envolvía a todos los presentes, esperaban su turno de devolver el golpe, el día se demoraba en hacerse presente acrecentando la impaciencia. 

 

07:30 horas. Llega la primer orden fragmentaria; Despegue a las 07:45; la misión: cobertura aérea sobre las islas. A partir de esa hora, y a pesar del mal tiempo la FAS lanzó 21 salidas más de interceptación; Mirage III, Dagger y hasta con Skyhawk A-4C. 

Dos Dagger rodaron lentamente a cabecera y se situaron en el umbral; desde la torre de control apenas eran perceptibles a los ojos del torrero por el débil titilar rojizo del faro de posición; la llovizna continuaba. Ambas máquinas iban configuradas al borde del peso máximo de despegue, tres tanques suplementarios, dos misiles aire - aire Shafrir y carga completa de munición para los cañones DEFA de 30 milímetros. En las cabinas el "Talo" y el "Volpi", encerrados bajo las cúpulas, aislados así del viento helado del exterior, inmersos en la luz tenue irradiada por los indicadores del tablero, se prepararon para el despegue. Al frente las luces de baja intensidad, marcaban a ambos lados la senda hacia el cielo. 

Golpe de vista al reloj, 07:44. Después de las últimas verificaciones de la lista de control de procedimientos, las turbinas se aceleraron con su característico aullido en aumento, el número 1 se inclinó hacia delante por el empuje contenido por los frenos, al soltarlos inició la carrera de despegue; el chorro azulado en la tobera producto de la post-combustión fue el indicio que tuvo el número 2 para confirmar el despegue, a continuación, la voz gangosa, deformada por la mascarilla de oxígeno indicó -"El uno en el aire". 
"¡Roja! ¡Ambar! ¡Penduleo de taquímetro!"- Repasó mentalmente el procedimiento de control de encendido de post combustión. El número dos corría por la pista hasta sentir que el comando respondía dócil al liberar las ruedas el suelo, apenas doscientos metros antes del final de la pista. "Dos en el aire" y al igual que el uno la llamarada azul de la tobera fue inmediatamente engullida por las nubes perdiéndose de vista, aunque el rugido persistió flotando al viento durante algunos segundos más, eran las 07:45. 
Ascenso al nivel de crucero preestablecido, perforando la capa nubosa, al salir arrastrando en las estelas los jirones de nubes, emergieron a un cielo hermoso y estrellado a 22.000 pies de altura. 

 

Cuarenta minutos más tarde contactaron al controlador del CIC (Centro de Información y Control) Malvinas, cuando se encontraban a unas cincuenta millas de Puerto Argentino. El operador les informó que en ese preciso instante estaban atacando el aeropuerto y que un Harrier envuelto en llamas se precipitaba en cercanías del puerto. Una sonrisa nerviosa se escapó bajo las mascarillas de oxígeno de ambos pilotos quienes al unísono gritaron¡Viva la Patria! 

 

La algarabía fue detenida al instante cuando el controlador les confirmó tener "dos pichones" que estaban a 120 millas (dos Sea Harrier del HMS Invincible tripulados por el LtCdr RN Robin Kent y el Lt Brian Haigh). Moreno le ordenó a Volponi, quien formaba a su izquierda a 500 metros, mantener rumbo 020° -a pleno gas seco- (toda potencia sin post combustión). 

Encerrado en el pequeño remolque cubierto de turba y redes de enmascaramiento, el controlador era espectador del drama en desarrollo, en la pantalla él podía verlos, dos ecos, apenas dos puntos marcados momentáneamente por el barrido de la antena, del otro lado del cuadrante los "Toros" cumpliendo al pie de la letra la indicación. 

Minutos más tarde la voz del controlador sentenció -030°, los pichones se encuentran a 30 millas en recíproco- y ante la pregunta de Moreno sobre qué significaba esto y lo vertiginoso de la situación, el controlador se apuró a contestar en criollo puro -De frente pibe, están de frente- 
Nervios, si estos Sea Harrier ya tienen los Sidewinder 9L los pueden tirar de frente, y ellos a los Shafrir no; Moreno le pidió al controlador que lo guiara para ponerse lateral y así poder buscarles la cola. 
-¡Ahora los tiene a 9 millas, de frente y a una milla costado derecho!- Moreno ordenó eyectar los tanques alares conservando sólo el ventral al cual aún le quedaba "jugo"; el controlador les preguntaría por el combustible a intervalos regulares, ya que los minutos disponibles antes del punto de no retorno serían pocos y temían olvidarse de verificar. 
Próximos al cruce con los Sea Harrier eyectaron los tanques ventrales y viraron aplicando post-combustión; los Dagger estaban a 22.000 pies y los Sea Harrier 4.000 pies más abajo. 
A las 08:20 hs comenzaron a evolucionar en círculos buscando el contacto visual, dos pares de ojos escudriñaban el cielo con ansiedad creciente, al tiempo que pedían al controlador confirmación. 
-En círculos los cuatro juntos pero no puedo diferenciarlos- Estaban cerca, muy cerca; Volponi vio un misil que pasó entre ambos aviones. 
El juego del gato y el ratón continuó así, durante aproximadamente dos minutos que para la mente acelerada de los pilotos pareció ser una eternidad. Durante ese tiempo estuvieron en posición ventajosa durante escasos segundos pero sin poder verlos, luego los tuvieron detrás; los Sea Harrier cambiaban de actitud y posición con increíble rapidez. 
Cuando llegaron al mínimo de combustible (2450 litros) el Capitán Moreno ordenó ascender siempre con post-combustión y emprender el retorno; el controlador confirmó que los Sea Harrier también se alejaban. 
Estaban a 5 millas de Puerto Argentino, por lo que de inmediato se abocaron a calcular el consumo para el retorno, afortunadamente no había viento en contra por lo que habrían de llegar, aunque con un margen ajustado. 
Una vez en contacto con el radar del continente, éste les confirmó que la meteorología seguía marginal, cien metros de techo y visibilidad reducida a 2 kilómetros, pero efectuando una aproximación por ILS podrían aterrizar sin mayor riesgo. 
El radar los guió hasta el haz del localizador y los Dagger entraron en la senda de planeo, con 5 millas de separación entre ambos. 
09:45 hs. Aterrizaje en la BAM Río Grande sin novedad. 

La segunda sección de Dagger que despegó fue la compuesta por el Capitán Mir Gonzalez y el Teniente Bernhardt (quién sería derribado sobre las islas el 24 de mayo), con indicativo "Ciclón". Al igual que la salida anterior enlazaron con el CIC Malvinas el cual los guió al blanco, una sección de Harrier que convergían hacia ellos y que al hacer contacto con los Dagger iniciaron una maniobra espiral descendente para presentar batalla a baja cota e incitando a los Dagger a seguirlos, luego, colocando las toberas en ángulo negativo frenaron bruscamente para que los perseguidores los rebasaran, se invertirían los roles y pasarían a ser los perseguidos. 
La sección al advertir la maniobra amagó a seguirlos pero volvió a ascender, esto fue suficiente para que los Harrier efectuaran la ruptura rehusando combatir en altura. 
Al llegar al límite de autonomía los Ciclón retornaron sin novedad. 

 

La tercera sección la integraban el Mayor Martínez y el Primer Teniente Luna, indicativo "Limón". También bajo el guiado del radar de Malvinas efectuaron tres cruces con los Harrier, estos permanecieron bajo mientras los Dagger acechaban en altura. Esta ocasión permite especular que quizá en un principio no todos los Harrier contaban con los Sidewinder AIM-9L, ya que como se ve rehusaban al combate, o como se vio en el caso de la sección Toro, erraron un misil. 

La cuarta salida de caza le tocaba a la sección "Fierro", liderada por el Capitán Raúl A. Díaz, Oficial de Operaciones del Escuadrón quien, como tal, se había colocado primero en la lista de tripulaciones disponibles. Cuando se encontraba en cabecera listo para el despegue su numeral abortó por fallas en su aparato. Un solo Fierro se elevó a cumplir con su deber. 
En el libro La Batalla Aérea de Nuestras Islas Malvinas del Comodoro F.P. Matassi, el Capitán Díaz relata: 

"Próximo a las islas tomé contacto con el Centro de Información y Control (CIC) de Puerto Argentino, quién me dirigió hacia un incursor a 60 millas náuticas al este de las islas."

"Armé el panel de misiles y cañones, giré al rumbo de intercepción ordenado (090 Grados) y seguí automáticamente las indicaciones del CIC. Me informó que el incursor se encontraba a unos 6.000 pies más abajo; el controlador del radar seguía indicando el rumbo de intercepción y la distancia… Nos acercábamos de frente. Cuando nos separaba una distancia de 12 millas, el incursor descendió bruscamente y lo suficiente para que nuestro radar lo perdiera totalmente."

"Esto me animó a pensar que el oponente no quería presentar combate aéreo."

"El operador me hizo colocar rumbo al oeste para regresar sobre las islas, de las cuales me estaba alejando unas millas al Este."

"Había una capa de nubes que dificultaba la visualización de navíos enemigos. En un momento determinado el controlador reportó que estaba sobrevolando, yo, un eco naval que podría ser una fragata misilística, sugiriéndome que extremara la vigilancia ante la posibilidad de ser atacado con misiles superficie-aire; ello no ocurrió."

"Cuando me encontraba nuevamente sobre las islas a las cuales pude distinguir a través de un orificio en las nubes (vi el Canal San Carlos y la zona de Darwin) el operador me informó de un ataque aéreo que el enemigo realizaba -con los Sea Harrier- sobre Puerto Argentino."

"Le pregunté si me dirigía hacia allí, respondiéndome negativamente porque los incursores se encontraban dentro del sector de nuestra defensa antiaérea."

"Seguidamente me alertó sobre la presencia de un eco que se dirigía hacia mí, desde el Sureste a gran velocidad y tomando altura. El mismo fue detectado cuando se encontraba a 18 millas, giré hacia el Sur para adoptar un rumbo de colisión y mantuve una altitud de 26.000 pies, acelerando para 450 nudos, me dediqué a observar los instrumentos por última vez antes del cruce y con aprensión descubrí que no me quedaban más de 5 minutos de combustible para llegar al mínimo nivel requerido para el largo regreso."

"Cuando nos separaban (con el o los incursores) unas 8 millas y estando unos 3.000 pies más arriba que él, decidió, abandonar la entrada en combate, probablemente porque no tenía una posición ventajosa; lo cierto es que descendió rápidamente hasta que nuestro radar perdió su eco."

"Me esforcé en tratar de visualizarlo, sin perder mi ventajosa altura, pero no lo logré, en esto escuché la voz del controlador que me preguntaba cuánto tiempo más podría permanecer sobre las islas, contestándole que había llegado el momento de regresar por falta de combustible."

"Me deseó buena suerte y me dio el rumbo a casa; ascendí hasta el nivel óptimo para el regreso y concebí, durante el largo retorno esta equivocada idea: los ingleses rehuyen el combate aéreo."

"Algunos días más tarde sufriría la propia experiencia de ser derribado, junto a toda mi escuadrilla por dos aviones Sea Harrier, cuando yo estaba por atacar la cabeza de playa de Puerto San Carlos."
 

La sección Rubio, compuesta por el Capitán Rhode y el Primer Teniente Ardiles, debía despegar de Río Grande en misión de patrulla sobre las islas; El jefe de sección no pudo hacerlo debido a fallas en su aparato, y al no haber un avión de reserva debió quedarse en tierra, observando como la estela de la tobera del "Pepe" Ardiles se perdía entre las nubes. 
Solo, a través de 700 kilómetros de embravecido Atlántico Sur, tal vez para entrar en combate, tal vez ser averiado o sufrir el imponderable de una falla, solo. 
A las 16:30 se hallaba arribando al archipiélago, cuando avistó en el Seno Choiseul, a dos buques que se internaban en él para aproximarse a Goose Green, lugar de emplazamiento de la BAM Cóndor, base de asiento de los Pucará. 
Pese a que su avión iba configurado con misiles aire-aire se lanzó sobre los buques y abrió fuego con sus cañones en dos pasadas; esto fue observado por personal de la BAM Cóndor. Sin responder al ataque ambos buques se retiraron a mar abierto. 
Alrededor de las 16:40 enlazó con el CIC Malvinas requiriendo un blanco aéreo al tiempo que tomaba altura nuevamente. El operador de radar le indicó el vector hacia un eco; Ardiles confirmó -A la vista- en ese instante el eco se desdobló en dos (ambos aviones venían formados muy juntos uno de otro, por lo que la reflección al radar mostraba un solo eco en vez de dos). 
La sección de Harrier (integrada por el Flt Lt T. Penfold (RAF) y el Lt Cdr M. Hale (RN)) se encontraba a 20.000 pies con el Dagger de Ardiles 13.000 pies arriba y a 5 millas de distancia, cuando un misil aire-aire fue disparado por el avión argentino. El misil estaba dirigido al avión de Hale y éste lo evadió maniobrando y lanzando contramedidas, inmediatamente descendió a un nivel de 5.000 pies. 

 

A las 16:41 Penfold se le había colocado a la cola al avión de Ardiles, a una distancia de tres millas; disparó un AIM-9L el cual impactó en el Dagger. El caza explotó sin que se apreciara eyección. 

Silencio... Ardiles fue llamado en todas las frecuencias de ese día, ninguna respuesta. 
Los restos del avión cayeron en llamas sobre la isla de Bouganville, y sobre éste lugar varias veces sobrevolaron los helicópteros en busca de Pepe pero sin resultado. 
El Primer Teniente José Leonidas Ardiles fue el primer piloto del G6C en regar con su sangre el archipiélago. 

Abrumado por los constantes indicios de buques que intentaban helidesembarcos en proximidad de Puerto Argentino, y ante un requerimiento directo de la Guarnición Militar, la FAS decidió relegar el intento de ganar superioridad aérea (en esta decisión pesa el magro resultado de las numerosas salidas de caza de ese día) y pasar a efectuar operaciones de ataque a objetivos navales. Salieron 11 cazabombarderos (A-4B/C y Dagger) y 6 bombarderos livianos (Canberra Mk-62) a cumplir con la orden impuesta. 

Los "Tornos" 
Habían estado en alerta durante toda la mañana, sentados en las cabinas a la espera de la orden de salida, incluso llegaron a despegar para luego tener que retornar debido a la llegada de una Orden Fragmentaria. 
El Jefe llamó a los tres pilotos que estaban en alerta para planificar una navegación en altura con una posterior pierna (tramo de la navegación) en rasante. La escuadrilla estaba formada por el Capitán Dimeglio, el Primer Teniente Román y el Teniente Aguirre Faget. El indicativo sería Torno. 

 

El objetivo estaba al norte de Puerto Argentino y a unas quince millas de la costa. Inclinados sobre la carta de navegación, los tres pilotos trazaron el curso de la navegación, la cual los llevaría hasta un punto geográfico fijo (la navegación era en visual) a partir del cual descenderían a vuelo rasante para cumplir el tramo final hacia el blanco. 
Los tres hombres ataviados con sus camperas de vuelo naranja supervivencia se acercaron a los aviones, que ya habían sido reconfigurados con dos bombas de 250 kilogramos MK-82 BRP (Bomba retardada por paracaídas). Despegaron y ascendieron a la altitud de crucero en una formación fluida (abierta). La capa de nubes dejaba entrever el mar oscuro que se deslizaba debajo. 
Un golpe de vista al reloj, es tiempo del descenso; luego de perforar la capa tuvieron visual con el punto geográfico. Continuaron el mismo nivelando a escasos metros del agua y cerraron la formación, ambos numerales lado a lado del líder. Bordearon por el norte a la Isla Gran Malvina y luego a la Soledad. 
Cuatro minutos para el blanco, el Primer Teniente Román divisó un helicóptero a la izquierda dando aviso de inmediato al líder -¡Seguimos hacia el objetivo!- fue la orden de éste. 
Una forma que afloraba del agua surgió al frente, y con un suave golpe de palanca centraron las miras de tiro en él iniciando el ataque; se aproximaron a alta velocidad listos para abrir fuego con sus cañones cuando se percataron que se trataba de una roca. 
Cambiaron de rumbo y continuaron bordeando la línea de costa. Según el cálculo de navegación habían arribado a la zona del blanco pero no divisaron nada, decidieron proseguir hacia Puerto Argentino. 
Alguien estaba disparando sobre la costa y al frente de los Dagger surgieron explosiones que semejaban fuegos artificiales. De improviso aparecieron tres buques, próximos a Puerto Argentino y que estaban bombardeándolo sin piedad. 
El silencio de radio se quebró con la voz del jefe de escuadrilla que indicó -¡El uno a la del centro, el dos a la de la izquierda y el tres a la de la derecha!- 
El mar estaba calmo y de un color gris oscuro, las nubes apenas 300 metros arriba cubrían el cielo en una masa compacta. Cada avión centro su nariz en el blanco designado y se le aproximó lo más rasante que pudo con las turbinas a plena potencia, mientras las manos tanteaban el panel de armamento armando los cañones y las bombas. Eran las16:16, los tres Dagger atacaron de norte a sur. Frente a ellos se presentaron tres blancos, uno más grande que los otros dos, hacia ése se dirigió el Jefe de Escuadrilla. 

 

Piques en el agua al frente, blancos surtidores de agua que afloraban producto del fuego de los cañones del líder, pero que provocó sorpresa en sus numerales que creyeron verse atacados por los buques. El líder descargó sus cañones y soltó sus bombas a no más de 180 metros de altura, pasando a gran velocidad sobre el Destructor, el numeral dos levantó para entrar con ángulo para el tiro con cañones y fue recibido con nutrido fuego por parte de las armas antiaéreas del buque y a continuación lanzó también sus bombas, el numeral tres no usó sus cañones, en la creencia que podían ser buques de la Armada Argentina, pero luego ante la evidencia del nutrido fuego de respuesta descargó sus bombas. 

-¡El uno saliendo!-
-¡Torno dos saliendo!-
-¡Torno tres saliendo!-
-¡¡¡Bien!!!-
 

Júbilo y frenesí en la frecuencia, luego de apenas unos segundos que fueron eternos en la mente de cada piloto y de seguro también en las de los tripulantes de aquellas naves que súbitamente se vieron avasallados por la furia del ataque. 
Inmediatamente los incursores efectuaron el escape perforando la capa de nubes en busca de la altura, perdiéndose así de vista, emprendiendo el retorno en forma individual pero teniendo la certeza que en algún lugar más allá del manto de nubes, sus compañeros lo siguen en la vuelta a casa. 
En las islas los testigos que observaron el ataque constataron el impacto de las bombas del Capitán Dimeglio sobre el destructor, el cual inmediatamente se vio envuelto en humo. Los buques viraron y se alejaron hacia el sudeste. 

La sensación de soledad que da el volar entre nubes se vio acrecentada cuando la voz del controlador dio el alerta tan temido en esas circunstancias -¡Los tornos tienen bandidos a la cola!- 
-¡Los tornos se sumergen en el agua!- La respuesta del líder de escuadrilla. 
En ese instante el 1er Ten Román notificó ver dos Harrier que descendían en picado, cuando en realidad se trataba de sus compañeros, pero él lo ignoraba. 
Cuando al fin salieron de las nubes se encontraron sobrevolando un valle rodeado de montañas a las cuales no impactaron sólo por voluntad de Dios, pues no tenían manera de saber a donde se dirigían y la visibilidad hasta ese momento había sido nula. Mientras tanto los Harrier continuaban su persecución. 

 

La sección Fortín (Capitán Donadille y Primer Teniente Senn) que se encontraban en patrulla con sus Dagger armados con misiles Shafrir recibieron la orden del CIC Malvinas de ir en ayuda de los Tornos interponiéndose entre estos y los interceptores. Recibido el vector ambos eyectaron tanques y arremetieron a plena potencia, los Harriers iniciaron el escape. 
Al retornar a San Julián fueron recibidos por una muchedumbre desbordante, los pilotos se fundieron en un emocionado abrazo, momento que quedará grabado con indeleble precisión en la retina de aquellos que lo presenciaron. 

Así regresaron las formaciones en lo que fue la última salida de combate del Grupo 6 de Caza el primero de Mayo de 1982. Por las características de éste ataque los pilotos no pudieron tener una confirmación precisa del daño producido. Sin embargo se pudo determinar que los tres buques atacados corresponden por la descripción de numerosos testigos a dos Fragatas Tipo 21 y un Destructor Tipo 42. 
Respecto a esto han surgido numerosas divergencias acerca a que buques fueron atacados, la Fuerza Aérea Argentina sostiene que el Destructor habría sido el HMS Exeter, mientras los Británicos afirman que fue la HMS Glamorgan. Las Fragatas Tipo 21 han sido identificadas como la HMS Alacrity y HMS Arrow. Otra teoría (tal vez la más controversial respecto a éste tema) es la que concluye que el destructor atacado por los Dagger el 1° de Mayo es el HMS Sheffield, que se hundió cuando era remolcado a las Islas Georgias. 

Más allá de esto no quedan dudas que el golpe fue lo suficientemente contundente como para persuadir a la flota a retirarse a distancia prudencial. Esto fue constatado entre las 16:20 y las 16:30 por el entonces Jefe del Radar Móvil de Río Gallegos, el Vicecomodoro C. Velazco, el cual captó un mensaje radial, aparentemente del "Flag Ship" (Buque insignia de la flota), que ordenaba el repliegue por situación táctica inesperada. 

El Grupo 6 de Caza, operando desde las bases continentales de San Julián y Río Grande, con condiciones meteorológicas marginales y al límite de su autonomía, ejecutaron trece salidas de combate, siendo en su mayoría Patrullas Aéreas de Combate, a excepción de las tres correspondientes a la escuadrilla Torno que efectuaron una misión antibuque. Como testimonio del compromiso de "Defender la bandera con honor y patriotismo y seguirla hasta perder la vida" queda el sacrificio del Primer Teniente Ardiles. 


 

1982 / 2003 

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